Techno Vigilante

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Tres lecturas

A propósito del tercer informe de gobierno presentado el día de ayer, me quedo con tres muy distintas lecturas de lo que ha ocurrido en el sexenio. Este espectro de opinión pareciera abarcar perfectamente la administración del 2018–2021 y el tono con el que arrancamos el cuarto año.

Por cierto, es agradable saber que en un mismo medio —El País— coexistan opiniones tan diversas. Si se desea eliminar la polarización, este tipo de publicaciones son las que necesitamos.

Jorge Zepeda Patterson en «López Obrador o la domesticación del rencor»:

Pero hay algo en lo que no se equivoca. Quizá el mayor legado que vaya a dejar su Gobierno resida en los nuevos usos y costumbres de la vida pública. Leyes y reformas podrán revertirse, desde luego, pero es cierto que hay aspectos de la cultura política que quedarán instalados cuando él se vaya. O como lo dijo en su informe de este miércoles: “Cómo podrían los conservadores quitar las pensiones a los adultos mayores; como podrían suprimirse las becas a los estudiantes pobres; como volver al lujo, a las extravagancias en el ejercicio del gobierno; cómo regresar a la condonación de impuestos a las grandes corporaciones económicas o financieras; cómo retornar a la privatización depredadora de los bienes públicos”.

Si bien no estoy del todo de acuerdo con lo que Zepeda menciona en el artículo, muchas veces considero que cae en imprecisiones en su lectura de la situación económica, será difícil que las siguientes administraciones modifiquen el curso en el tono y expectativa que tendremos los mexicanos de la forma de hacer política y combatir problemas como la pobreza. De aquí en adelante. Para bien o para mal, el fenómeno López Obrador se está instaurando como una cultura política muy propia de México.

Viridiana Ríos en «Las mentiras y los éxitos de López Obrador»:

Cada quién leyó el mensaje desde una trinchera ideológica distinta. Sus acérrimos críticos se perdieron de la oportunidad de ver un México que ha cambiado relevantemente para los trabajadores, contribuyentes y consumidores. Sus acérrimos defensores se perdieron de aún más. No pudieron observar al presidente disminuido que subió a tribuna confundiendo sus sueños con las realidades.

Nadie puede escatimar que López Obrador ha tenido éxitos relevantes. Los trabajadores tienen un salario mínimo 44% superior que el que tenían en 2018, se ha regulado el outsourcing permitiendo que millones de trabajadores coticen ante el IMSS y el acceso a los créditos del Infonavit se han facilitado. Más aún, la regulación secundaria de la reforma laboral (y la aprobación de un T-MEC que la vigila) ha comenzado a expulsar a sindicatos corporativistas mediante elecciones libres – algo que hace apenas unos años no hubiéramos ni soñado.

Un López Obrador ecuánime y juicioso bien pudo haberse quedado ahí. Ahondar en las cosas que se han hecho bien, decir lo que va a hacer mejor.

Pero no, decidió mentir. Listo una cantidad enorme de retrocesos disfrazados de avances como parte de su mensaje. Destaca la cancelación del aeropuerto en donde el presidente quiere hacernos creer que el nuevo aeropuerto que construye con ayuda del Ejército será más barato y se terminará más rápido. En realidad, una vez que se han considerado los costos de la cancelación el proyecto original, lo que él construye es un gran elefante blanco.

El tema educativo es quizá el más preocupante. El Gobierno federal dice que se otorgan más recursos para la mejora escolar aun si sabemos que no hay dinero ni para reparar las escuelas que fueron saqueadas durante las cuarentenas. Y celebra la construcción de 140 universidades que, en realidad, son centros de estudio precarios. De la falta de calidad educativa no se habla.

En su lectura, Viridiana Ríos conjunta su interpretación de la situación social y el estado de la economía para contrastar lo que ven ambos lados del espectro ideológico. Para verdaderamente solucionar muchos de los problemas económicos y sociales que enfrenta nuestro país, se requiere que ambos grupos —los que están y no están con el gobierno actual— se escuchen.

Continuar con los programas y proyectos que han funcionado es fundamental. Sin embargo, también se requiere autocrítica y tomar alternativas en aquello que no está funcionando. Seguramente en este último grupo recae la economía en general, junto con CFE, Pemex, el NAIM, Tren Maya y Dos Bocas. También, no olvidemos la violencia, haciendo énfasis en la violencia de género, que sigue rampante en todo el territorio.

En fin, sí es preocupante que el discurso haya estado cargado de aseveraciones muy distintas de los hechos. Se mencionaron muchos otros datos y no pareciera haber siquiera el más mínimo esfuerzo de ocultarlo. Quien diga, con datos duros y buenos argumentos, que cierto programa o sector requiere de atención, está confundido por su ideología. No hay más, ni siquiera un poco de autocrítica.

Valeria Moy en «Los récords de López Obrador»:

En ese sentido, no sorprende demasiado lo informado por el presidente este miércoles. Quizás sorprenda un poco el tono; un tono de fin de ciclo muy de acuerdo con lo que López Obrador ha señalado en diversas reuniones privadas: son dos años de hacer, de acción; dos años de consolidación de lo hecho en los dos primeros; y los últimos dos para preparar la salida. Ese era un poco el ánimo que se percibía.

Después del “tengan, para que aprendan” se oyeron los aplausos de los asistentes, principalmente miembros del Gabinete. No sorprende, desde luego. Lo que sorprendería es que se hubiera hablado del incremento en las cifras de pobreza, de la precariedad del empleo que se ha recuperado centrado básicamente en la informalidad, de que el crecimiento de 6% que tendremos este año es un rebote por la caída previa además impulsado por el motor externo. No se habló tampoco de cómo esos “logros” en materia económica se han quedado muy cortos frente a las expectativas que el presidente generó durante su campaña.

La más técnica en aspectos de desarrollo económico de los tres, Moy se muestra preocupada porque parte de los logros con los que se congratula el gobierno han sido producto de factores externos. Además, muchos de los avances en apoyo social tendrán impacto a corto plazo, puesto que sin crecimiento, no se crean más empleos y empresas. A mediano y largo plazo, un mayor número de personas seguirán requiriendo los apoyos otorgados de manera directa.

Además, los indicios de que después del “efecto rebote” no habrá una época de crecimiento económico sostenido sin que haya una intervención en las tendencias actuales, ponen en jaque a los programas de gobierno de López Obrador. Es decir, la refinería, el Tren Maya y los programas de apoyo a sectores de la población parecieran no haber tenido el impacto y efecto deseados. Seguramente terminaremos el sexenio de la misma manera, ya que AMLO se encuentra en “modo consolidación”. En seguida, vendrá su faceta de padrino de la sucesión para apoyar al candidato de Morena.

La frase “tengan para que aprendan”, refiriéndose a la oposición, o mejor dicho a los “tecnócratas neoliberales”, es un llamado para crispar y retar a todo aquel que considere que México no va por un buen camino en el ámbito de desarrollo económico. Irónicamente, como bien hace notar Moy, muchos de los logros mencionados durante el discurso y el paquete entregado al Congreso son plenamente neoliberales.