Jack Nicas, Raymond Zhong y Daisuke Wakabayashi en el artículo de investigación “Censorship, Surveillance and Profits: A Hard Bargain for Apple in China” para el New York Times:
Behind the scenes, Apple has constructed a bureaucracy that has become a powerful tool in China’s vast censorship operation. It proactively censors its Chinese App Store, relying on software and employees to flag and block apps that Apple managers worry could run afoul of Chinese officials, according to interviews and court documents.
And in its data centers, Apple’s compromises have made it nearly impossible for the company to stop the Chinese government from gaining access to the emails, photos, documents, contacts and locations of millions of Chinese residents, according to the security experts and Apple engineers.
In China, Apple has ceded legal ownership of its customers’ data to Guizhou-Cloud Big Data, or GCBD, a company owned by the government of Guizhou Province, whose capital is Guiyang. Apple recently required its Chinese customers to accept new iCloud terms and conditions that list GCBD as the service provider and Apple as “an additional party.” Apple told customers the change was to “improve iCloud services in China mainland and comply with Chinese regulations.”
The documents show that GCBD employees would have physical control over the servers, while Apple employees would largely monitor the operation from outside the country. The security experts said that arrangement alone represented a threat that no engineer could solve.
La censura y el control político en regímenes autoritarios en el siglo XXI no involucra la prohibición del internet, la toma de estaciones televisivas o el cierre de proveedores de comunicaciones. La censura, se basa en el control de los datos privados de las personas o empresas y el acceso a servicios o plataformas—particularmente las móviles. Con ello, tienes todo sobre los disidentes, sabes cómo piensan y tienes garantías de poder presionar por múltiples frentes. No solo eso, gran parte del discurso público y el desarrollo de la cultura se está realizando en plataformas globales como Twitter o TikTok. Si restringes el acceso a estos servicios, estás quitándoles a los individuos algo que disfrutan y que les permitiría conversar, formar comunidades y organizarse. No por nada, el gobierno de China prohíbe todo tipo de plataformas extranjeras y mantiene alternativas altamente reguladas por el PCC.
Como colateral, quedan los proveedores de la plataforma y los creadores de contenido. Por ejemplo, Apple y los desarrolladores de la App Store, Facebook y los influencers o Google y los responsables de blogs o canales de YouTube. En cambio, el PCC logra mantener su influencia sobre todos estos actores—que como locales deberán obedecer las reglas escritas y no escritas—al momento de participar en el discurso público.
Apple es quizá la empresa extranjera en China que más expuesta está a lo que dicte Xi Jinping. Entiendo el argumento que aboga porque la empresa de Cupertino no ceda ante las presiones del gobierno chino en pro de la privacidad y libertad de expresión de los usuarios, incluso si esto (conociendo los antecedentes y las exigencias en plataformas como la App Store, es algo seguro) implicaría que Apple deje de operar y vender sus productos en China. Sin embargo, creo que están acorralados y, como han manejado las cosas, defienden los intereses de los consumidores en China—dejando abierta la posibilidad de que adquieran sus productos en dicho país—, mantienen la operación de las fábricas en quizá el único lugar que pueda ofrecer la capacidad de operación requerida por Apple y continúan formando parte del mercado que contribuye la quinta parte de los ingresos de la compañía.
El reporte incluye, como anécdota, que Apple retiró la leyenda “Designed by Apple in California” de los iPhone a partir de una exigencia de los trabajadores de la compañía en China. Sin embargo, como apunta John Gruber, suena más a un enfoque equivocado del artículo.